sábado, 7 de enero de 2012

Alfonso Manuel Rodríguez Castelao, emblema republicano español y padre del nacionalismo gallego

Cuando Daniel lloró en el Centenario


Castelao  en su discurso
del Estadio Centenario,
el 14 de abril de 1943.
(Archivo Dr. Carlos
Zubillaga Barrera)
Nacido en 1886, en la Rianxo coruñesa, fue político, escritor, pintor, dibujante y notable humorista. Aunque estudió Medicina, confesaba: "Fixeme médico por amor ó meu pai; non exerzo a profesión por amor á humanidade" ("Me hice médico por amor a mi padre; no ejerzo la profesión por amor a la humanidad"). Murió en el exilio, el 7 de enero de 1950, en el sanatorio del Centro Gallego de Buenos Aires y fue enterrado dos días después en el Cementerio de la Chacarita. Su cuerpo, símbolo galleguista y republicano, fue repatriado en 1984, y desde entonces reposa en el Panteón de Gallegos Ilustres, en el monasterio compostelano de Santo Domingo de Bonaval.

Sobre la base del libro Galicia en Uruguay
Ignacio Naón (fotos), AOR (investigación y textos).
Montevideo, 2009 (versión española).
Santiago de Compostela, 2010 (versión gallega).

Xesús Canabal, Alfonso Rodríguez Castelao
y Manuel Meilán, a mediados de 1940, en la
Biblioteca de Casa de Galicia, Montevideo.
(Archivo Manuel Losa Rocha)
El 14 de abril de 1943 el gobierno republicano en el exilio iniciaba una gira por América Latina, para sumar voluntades contrarias al eje nazi fascista y para denunciar la represión desatada por la dictadura de Francisco Franco. La mayoría vivía en México y Caracas, pero reconocía en Montevideo un lugar propicio para sumar apoyos y celebrar el duodécimo aniversario de la Segunda República.
La elección no fue antojadiza. Además de la simpatía popular, los desterrados sabían que el gobierno y los principales partidos políticos uruguayos apoyaban su causa. Fue ese mismo miércoles que el presidente Juan José de Amézaga, otorgó honores de estado a Diego Martínez Barrio, titular de las Cortes de España –sustituto de Manuel Azaña– y al mítico general José Miaja, jefe de la Defensa de Madrid.
Más de cien dirigentes galleguistas habían cruzado, desde una indiferente Buenos Aires, en el “Vapor de la Carrera”. Entre ellos, Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, padre del nacionalismo gallego,  y el rebelde poeta Rafael Dieste, recibidos por sus amigos lucenses, Luis Tobío y Manuel Meilán.
Su foto más conocida.
(Archivo Castelao)
El punto de encuentro fue el legendario Estadio Centenario, a las cinco y media de la tarde. La prensa informó sobre más de 50 mil personas que cubrieron las tribunas con banderas tricolores, republicanas y artiguistas, y bicolores, uruguayas, argentinas y gallegas. “Muchos, se pasaron largas horas sobre el cemento. Allí permanecieron luego de haber presenciado un  partido de fútbol por el Campeonato Uruguayo, jugado pocas horas antes. Tal era el clima de fervor”, según el diario montevideano Acción, del 15 de abril.
El primer orador fue el asturiano Enrique Cabal, anfitrión y presidente del Centro Republicano Español de Montevideo.“Queridos amigos, héroes y paisanos. Bienvenidos al país de la libertad, que acogió a tantos de nosotros, exiliados de una cruel dictadura. Bienvenidos, queridos compatriotas, al país de José Batlle y Ordóñez.”
Autoretrato, 1927.
El senador blanco Amador Sánchez vivó la presencia de Martínez Barrio, “presidente de las legítimas cortes”, y la del general Miaja, “señalado por la gesta heroica de la defensa”. Lo siguió el colorado Luis Batlle Berres, presidente de la Cámara de Diputados, pocos años después presidente de la República. “Si el pueblo español perdió por la fuerza de los bárbaros el gobierno de su Patria, ganó en cambio la opinión internacional por la magnitud de su sacrificio y su heroísmo.”
El socialista Emlio Frugoni lucía su tradicional moño rojo en el cuello. “¡Madrid, capital española, ya formas parte de la trilogía de ciudades inmortales de nuestros días, junto con Londres y Stalingrado, que debieron resistir el embate totalitario!”

Retrato de Castelao en
el Patronato de la
Cultura Gallega
de Montevideo.
(Archivo Dr. Carlos
Zubillaga Barrera)
Y el héroe lloró
Castelao se refirió a Uruguay como “un país ejemplar en el culto de la democracia”, en un discurso conmovedor, improvisado con una bandera gallega en la mano derecha, levantada al cielo, y una escarapela “tricolor” en la solapa izquierda. “El 12 de abril de 1931, todas las clases sociales, con su voto, mayoritariamente proclamaron un nuevo régimen, cancelando una monarquía que había buscado el sostén en las bayonetas. En junio de ese glorioso año, el pueblo volvió ratificar su fe republicana a elegir las Cortes Constituyentes. En 1933, el voto popular volvió a ser republicano. En 1936, por cuarta vez en cinco años, la soberanía popular votó la República. Ante esos hechos, hijos de la libertad, no existía otra opción. Un gobierno al servicio de la Ley, que por ser voluntad del pueblo, era inviolable.” Hubo una última pausa antes de la conclusión. Sus pulmones necesitaban aire, su corazón un descanso.
Vitoreado por decenas de miles de compatriotas, recordó “la lucha del pueblo español durante tres años contra las fuerzas totalitarias, desangrándose en doloroso sacrificio como primera fuerza de choque de la causa por la que luchan ahora los Estados Unidos, Gran Bretaña y sus aliados”. El mundo estaba en medio de la Segunda Guerra Mundial.
Castelao por él mismo, c. 1910.
(Patronato de la Cultura Gallega)
Lo miraban con atención otros exiliados. El ex consejero de la Generalitat catalana, Manuel Serra Moret y el nacionalista vasco, Ramón María de Aldasoro, además de Manuel Blasco Garzón y Ángel Ossorio y Gallardo, entre otros. Castelao secó la humedad de sus ojos, antes de dirigirse a un público que lo ovacionaba. “Vuestro homenaje no es para nosotros. Vuestro homenaje está dedicado al pueblo español y a la heroica Madrid. Un pueblo que dio ejemplo al mundo, porque ofreció todos sus afanes y dio su vida para defender su libertad.”
Era tiempo de optimismo republicano, a la espera de una implosión del régimen. “El hecho de nuestra derrota momentánea no disminuye los títulos de legitimidad de nuestra posición. Somos los representantes del auténtico pueblo español, de su verdadero espíritu, la expresión de su pasión y de su voluntad política. Cuando caigan vencidos Hitler y Mussolini, también caerá Franco”, afirmaba Castelao.
Para el final quedó el mensaje más aguardado. El general José Miaja, vestido de civil, hizo vibrar el gris cemento. Fraternalmente silenciado por la multitud, solicitó varias veces que cesaran los aplausos. Fue en vano. Cuando pudo hablar, se refirió al dictador. “Tras la traición convirtió su juramento en un perjurio. Reemplazó la bandera por un trapo. Convirtió al ejército español en una organización delictiva.” Por más que lo intentó, el general asturiano no pudo seguir. Abrazado por Castelao, el viejo soldado, lloró.

Consejo de Galicia
Castelao en reunión con  galleguistas
de Montevideo, cuando regresaba de
una reunión del exilio republicano

español en México, 1945.
(Archivo Manuel Losa Rocha)
“Los gallegos de la Argentina saludamos a Montevideo, capital de la Galicia liberada”. Así decía el cartel que acompañó a la delgación galleguista de Buenos Aires que asistió a los actos de presentación pública del Consejo de Galicia, en la histórica reunión realizada en la sede de Casa de Galicia, de la avenida 18 de Julio.
Aunque es más conocido como Consello de Galiza, su denominación en gallego, la emblemática entidad política fue creada en Montevideo, el 15 de noviembre de 1944, y se constituyó formalmente en Buenos Aires, el 8 de diciembre. El Consejo fue el movimiento democrático que reunió a los diputados gallegos, galleguistas y republicanos, por encima de partidos políticos, para dotar de un órgano político a Galicia en el exilio. Basaba su legitimidad en el resultado positivo del plebiscito del Estatuto de Autonomía de Galicia, aprobado poco antes del estallido de la Guerra Civil. De un total de 1.343.253 votantes habilitados, el “Sí” recogió 991.476 voluntades, en la más clara decisión electoral de la historia europea.
Daniel por Daniel, c. 1930.
(Archivo Castelao)
La iniciativa de la constitución del Consello de Galiza fue del coruñés Castelao, a sugerencia de José Antonio Aguirre, el lehendakari, presidente del gobierno vasco en el exilio. La idea de ambos era revitalizar Galeuzca, un pacto entre Galicia, Euskadi y Catalunya, que abarcaba un movimiento de solidaridad y reivindicación de las tres regiones españolas que habían aprobado su estatuto de autonomía. El objetivo común: defender la idea de una España confederal dentro de las instituciones de la República Española en el exilio. Su primer presidente fue el propio Castelao y estaba formada por los también diputados Anton Alonso Ríos, Ramón Suárez Picallo y Elpidio Villaverde. Posteriormente se integró Alfredo Somoza. Tras la muerte de Castelao en enero de 1950, Anton Alonso Ríos fue elegido titular del Consejo.

Daniel
"Sempre en Galiza", obra
literaria cumbre de Castelao.
(Patronato de la Cultura Gallega)
Una calle del barrio del este montevideano del Buceo, inaugurada en 1969, y un busto instalado en Casa de Galicia en 1956 y trasladado a Rianxo en 1975, forman parte del patrimonio tangible concebido en Uruguay para evocar la vida del padre del galleguismo, a quien le gustaba que le llamaran Daniel. Su padre, Manuel Rodríguez Dios, pescador, emigró a Argentina a los tres meses de su nacimiento, y en el transcurso del 1895 viajó él con su madre Joaquina Castelao Genme, para ir a vivir en la localidad de Bernasconi, provincia de la Pampa. Allí residió hasta 1900 y según contaba el propio Castelao descubrió el valor de la caricatura leyendo Caras y Caretas.
Estudió Medicina en Santiago de Compostela. Durante sus años en la universidad despertó su interés por el dibujo y la pintura y en especial por la caritacura. En 1908 expuso en Madrid y comenzó a colaborar con la revista Vida Gallega donde dibujaba campesinos y pescadores de su tierra. Entre 1909 y 1910 realizó un curso de doctorado en Madrid, participó en la III Exposición Nacional de Humoristas y colaboró como ilustrador con El Cuento Semanal. Se especializó en obstetricia y al terminar se instaló en su Rianxo natal. Durante este período colaboró en la fundación del semanario El Barbero Municipal (1910-1914), en el que escribió atacando el tradicional caciquismo gallego, mientras ingresaba en la vida política local como militante de la línea maurista del Partido Conservador.
En su primera conferencia, de marzo de 1911, en Vigo, habló sobre la caricatura, y a lo largo de los años siguientes expuso sus caricaturas en diversas ciudades gallegas. En 1912 se adhirió al movimiento Acción Gallega y el 19 de octubre del mismo año se casó Virxinia Pereira. Durante esta época colaboró en múltiples publicaciones periódicas: El Liberal, El Gran Bufón, La Ilustración Gallega y Asturiana, Mi Tierra, Suevia, La Voz de Galicia de Buenos Aires, periódicos que popularizaron sus caricaturas.
Ficha de ingreso al Centro Republicano
Español de Buenos Aires, 1943.
(Patronato de la Cultura Gallega)
Un desprendimiento de retina lo dejó ciego en 1914, pero una operación le devolvió la vista. Al año siguiente participó en la Exposición de Bellas Artes de Madrid, en la que consiguió grandes elogios de la crítica. En 1916 obtuvo, por oposición, una plaza en la delegación Pontevedra del Instituto Geográfico Estadístico y  fue uno de los fundadores de la agrupación local de las Irmandades da Fala. En 1918 comenzó a colaborar con el periódico madrileño El Sol.
Con Vicente Risco, Ramón Otero Pedrayo y otros fundó la revista Nós (Nosotros), alrededor de la cual brotó la vida política y cultural de Galicia entre 1920 y 1936. Por una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, viajó a Francia, Bélgica y Alemania para estudiar arte. Fruto de ese viaje fue el diario que escribió y que publicó parcialmente en la revista Nós y que apareció como libro en 1977 con el título de Diario 1921. En 1926 fue nombrado académico de número de la Real Academia Gallega.
El 3 de enero de 1928 murió su hijo Alfonso, a los 14 años, y se marchó a Bretaña con su mujer en viaje para estudiar los cruceros bretones, una tarea que publicó en mayo de 1930, en el libro As Cruces de Pedra na Bretaña (Las Cruces de Piedra en la Bretaña). En 1931 resultó elegido diputado como galleguista independiente para las Cortes Constituyentes de la Segunda República y participó en la constitución del Partido Galeguista.
Castelao en su etapa de médico, c. 1920.
(Archivo Castelao)
Fue miembro de la Real Academia Gallega desde 1933, confinado en Badajoz en noviembre de 1934. Durante su estancia en Extremadura escribió para A Nosa Terra una serie de artículos con el título de Verbas de chumbo (Palabras de plomo) que posteriormente integró en Sempre en Galiza. El 6 de setiembre de 1935 finalizó su destierro tras las gestiones de Manuel Portela Valladares, nuevo ministro de la Gobernación. En 1936 fue elegido diputado republicano del Frente Popular, mientras lideraba la campaña por el SI al Estatuto de Autonomía de Galicia, aprobado en plebiscito en junio de ese mismo año.
El golpe franquista que dio origen a la Guerra Civil le sorprendió en Madrid, pero se instaló en Valencia y luego en la Barcelona libertaria. Exiliado en Nueva York en 1938 y de allí a Buenos Aires, dos años después, viajaba regularmente a Montevideo con el pretexto de exponer sus dibujos, aunque tenía dos objetivos vitales: alentar a los republicanos desterrados en el Río de la Plata y crear un Consejo de Galicia que iba a ser presentado en la “capital de los gallegos libres”.  Fue ministro sin cartera del gobierno republicano en el exilio presidido por José Giral (1946-1947). Su voz grabada en el Teatro Solís y los actos galleguistas de Casa de Galicia y el Ateneo de Montevideo, son testimonios entrañables de su compromiso con la libertad, la democracia y la autonomía de su nación. Tras la muerte de Daniel, en 1950, llorada en todo el mundo, su amigo Antón Crestar Faraldo solicitó al escultor coruñés José Escudero Couceiro que realizara un busto para Casa de Galicia, llevado después a Rianxo, para ser el primer  monumento de Castelao en Galicia.

Creador
Castelao en grabado, c. 1936.
(Patronato de la Cultura Gallega)
Novelista polifacético, dibujante, caricaturista, pintor, teórico del arte y político, su obra siempre reflejó su compromiso con el galleguismo y con el mundo. Durante el exilio franquista, en 1944 publicó Sempre en Galiza, desde entonces el gran texto del nacionalismo gallego. Sus restos mortales fueron repatriados y llevados al Panteón de Gallegos Ilustres en 1984 en medio de manifestaciones nacionalistas que reprochaban a las autoridades que "los que le exiliaron ahora le rinden honores".
Sus dibujos, complementados con agudos textos, muestran a Galicia rural, el caciquismo, los pobres, los ciegos, los desamparados, el pueblo que sufre, desde una visión realista, crítica pero humorística. En el álbum Nós (1931) recogió dibujos hechos entre 1916 y 1918. En los últimos álbumes habitan los horrores de la Guerra Civil.
Se inició en la narrativa con la colección de relatos cortos Un ollo de vidro (Un ojo de vidrio) en 1922. En Cousas (Cosas), Retrincos (Pedazos) y Os dous de sempre (Los dos de siempre), establece un conjunto único en la narrativa gallega que culmina con la colección de ensayos Sempre en Galiza, conectando literatura, política y teoría del galleguismo. Su visión literaria tiende a desmitificar los tópicos costumbristas con un humorismo sarcástico y, de vez en cuando, esperpéntico. Daniel ha sido el gallego más notable del siglo XX. 

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