viernes, 19 de octubre de 2012

Montevideo, la casa del Candombe


Una “cuerda” de tambores en
plena Llamada, avanza por
la calle Isla de Flores del
Barrio Sur, rumbo a Palermo,
con sus sombreros y sus
trajes representativos
llamados popularmente “dominó”.
(Foto de Ignacio Naón, 2012)
En la capital uruguaya nació el ritmo de ancestral origen africano, donde se fusionó con el Tango, para ser declarados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El escenario del Desfile de Llamadas, la mayor fiesta del Carnaval más largo del mundo,  es también el hogar de “La Cumparsita”, el himno del "dos por cuatro". Su espléndida rambla de 30 kilómetros de arenas blancas y suaves, que mira al Río de la Plata, está en el génesis del fútbol sudamericano que comenzó a jugarse entre marinos ingleses y criollos de creatividad sin par. Su mitológico Estadio Centenario es Monumento Histórico de FIFA: allí se disputó el Primer Campeonato Mundial ganado por la selección uruguaya desde siempre vestida de “Celeste”Su Ciudad Vieja fundacional está repleta de plazas, museos y edificios históricos de los más diversos estilos arquitectónicos  y en sus barrios convive un conjunto “Art Déco” valorado en el mundo, con hoteles, restaurantes, mercados, ferias y modernos centros comerciales. En 2011 recibió más de 1.3 millones de turistas.

Sobre la base del libro "Montevideo Manual del Visitante 2012" (Edición de KoiBooks, con fotos de Ignacio Naón y textos de AOR).

Montevideo fue la colonial Atenas del Plata, fundada como fortaleza marítima en 1724 por Bruno Mauricio de Zabala, gobernador de Buenos Aires, en cumplimiento de un decreto del rey Felipe V de Españadesde siempre en disputa con su madre y rival porteña. Su estratégica ubicación geográfica le permitió ser el Apostadero Naval del Atlántico Sur, con jurisdicción desde las Islas Malvinas y la Patagonia argentina hasta las costas africanas de Fernando Poo y Annobón, en el golfo de Guinea.
Fue la hispana Muy fiel y reconquistadora de comportamiento dignísimo en las Invasiones Inglesas, a principios del siglo XIX, también la Nueva Troya de la Guerra Grande glorificada por el escritor francés Alejandro Dumas en las primeras décadas de la independencia uruguaya, o la Hija de los sitios evocada por el erudito historiador Juan Pivel Devoto. Fue la culta París sudamericana admirada por refinados viajeros de principios del siglo XX, y es la adorable Tacita del Plata que la emigración extraña con entrañable devoción. Montevideo es el más pequeño de los 19 departamentos del país, y el más poblado. A sus 62 barrios se suma el Área Metropolitana de Canelones y San José, que suma dos millones de habitantes. También es la capital más austral de América, sobre el Río de la Plata, el puerto marítimo de entrada a la Hidrovía Paraná-Paraguay y el primer eslabón del eje vial Santiago-Buenos Aires-San Pablo. Es la sede administrativa del Mercosur, de la Asociación Latinoamericana de Integración, del Instituto Interamericano del Niño, y un centro de referencia para los organizadores de congresos y seminarios internacionales.
Las montevideanas y los montevideanos son anfitriones amigables, quizá, porque viven en una ciudad multicultural, cnstruida por inmigrantes de todo el mundo. La capital uruguaya aún conserva la mayor tasa regional de centros artísticos y deportivos, teatros, museos y plazas. Fue calificada por la consultora Mercer Human Resources Consulting como la capital más segura y con la mejor calidad de vida en América Latina. Para los urbanistas su dimensión es ideal: una población de escala humana con todos los beneficios de una gran metrópolis. 

Bahía de los Milagros
Una recorrida por Montevideo se inicia en su puerto casi tricentenario concebido como una fortaleza marítima, pronto transformada en un centro económico, histórico y turístico. A la entrada de su recinto se encuentra el edificio de la Dirección Nacional de Aduanas y la Armada Nacional que evoca a la estación de trenes de Helsinki del famoso proyectista E. Saarinen. En la Plaza Museo de Anclas y Bitas y del Graff Spee se expone el telémetro del acorazado alemán, como monumento a la paz. Camino a la terminal de pasajeros Montevideo-Buenos Aires se alza el monumento "Una escalera al cielo", de Duilio Lamboglia, que evoca la llegada del hidroavión español Plus Ultra, en 1926, al mando del capitán Ramón Franco. Una vista de verano al muelle de atraque de cruceros turísticos puede provocar asombro, más aún si allí está el majestuoso Queen Mary en una de sus escalas regulares. A metros de allí, el histórico Depósito Santos, construido en 1883, cuando gobernó el dictador militar Máximo Santos, es la sede del Ministerio de Turismo y Deporte, y a su lado, apenas separado por la calle La Marsellesa, se eleva el Depósito Montevideo, una obra maestra en cerámica armada del ingeniero Eladio Dieste. El Edificio de la Administración Nacional de Puertos (ANP) ocupa la manzana de la rambla 25 de Agosto de 1825, y las calles Guaraní, Piedras y Maciel. Además de sus valores arquitectónicos, atesora patrimonios culturales en seis pisos: pinturas y esculturas de autores portuarios, maquetas, documentos y muchos objetos que describen historias del país.
El Estibador es una emblemática estatua en bronce sobre base de granito gris martelinado, del uruguayo José Pagani, que parece contemplar la puerta del recinto portuario. La imagen inaugurada en 1930, describe a un antiguo obrero de pie, cargando sobre su hombro una bolsa de cereales. Cruzando la rambla, se alza el monumento al militar italiano José Garibaldi, Héroe de dos Mundos, comandante de la flota de la Montevideo sitiada durante la Guerra Grande, hasta que regresó a su país para liderar la independencia republicana. 
A no más de 200 metros, en dirección este, aún perdura el edificio más antiguo de la ciudad, la Atarazana del Apostadero Naval del Atlántico Sur que luego fue correo y la primera Aduana, que en la actualidad es sede del Museo del Descubrimiento. Siguiendo el camino portuario están los restos de Las Bóvedas que guardaban armas y municiones por la defensa de la bahía y la ciudad colonial, que cerraban el casco urbano fortificado en una zona de permanentes litigios con portugueses y británicos. De las 34 edificaciones originales sólo quedan dos, recuperadas por vecinos y transformadas en un centro cultural marítimo y portuario.
La Casa de Ximénez y Gómez, hoy destinada a una sección del Museo Histórico Nacional, fue construida en 1817, a principios del período de ocupación portuguesa. La edificación de dos plantas, que evoca la tradición de la plaza fuerte y puerto de mar, está ubicada en la rambla 25 de Agosto de 1825 entre Juan C. Gómez e Ituzaingó. Sus 23 ambientes están distribuidos en torno a dos grandes patios y un mirador desde donde se aprecia una plazoleta abierta,  y  los vestigios amurallados de Las Bóvedas. 
Historias en la Ciudad Vieja
El lunes 28 de agosto de 1726, dos años después de instalar el fuerte, el vasco Bruno Zabala dictó el auto de fundación de la villa de San Felipe y Santiago de Montem Video, mientras enumeraba los beneficios dispuestos por las Leyes de Indias. El 19 de noviembre llegó el bergantín Nuestra Señora de la Encina con trece familias de las Islas Canarias. Su trazado fue definido por el ingeniero Domingo Petrarca, según la forma tradicional de damero español, en ángulos rectos. Entre 1728 y 1729, arribaron más familias canarias, en su mayoría de La Laguna, en los memorables navíos San Bruno y San Martín. Cuando la ciudad fue creciendo, convocó a  miles de inmigrantes, que viajaban por voluntad propia, españoles, italianos, franceses, y de otras naciones europeas, pero también los hubo  forzados: indios guaraníes, tupís, y africanos esclavizados. 
La antigua iglesia de San Francisco, en Cerrito y Solís, fue el primer edificio religioso de la ciudad, construido en 1724 por los padres jesuitas, cuando sólo existía el fuerte creado para expulsar a los portugueses. A pocas cuadras, casi en el borde de la península montevideana, permanece la Capilla de la Caridad construida por el vecino Francisco Maciel, héroe y víctima de las Invasiones Inglesas. Su fachada asombra por las ostras marinas que casi se pueden abrazar y por una bala de cañón embutida en la pared, al lado de la puerta principal. Es un proyectil inglés lanzado desde el mar en 1806, que se mantiene donde cayó.
La Montevideo colonial estaba protegida por una muralla de piedra, diseñada por el ingeniero militar Diego Cardoso del Espino, para resistir el embate de los mayores enemigos hispanos de aquel tiempo: portugueses y británicos. Finalizada en 1780, estaba rodeada por un foso ancho y profundo, inundable desde el mar, que se cruzaba por un puente levadizo. Sus dos portones, llamados San Pedro y San Juan, comunicaban la plaza de armas con el exterior. Cuando caía el sol se tiraba un cañonazo al aire, para que la gente que estaba afuera pasara la noche protegida. 
Instalado en la Rambla Sur, al final de la calle Treinta y Tres, el Cubo del Sur era uno de los bastiones cuando el ataque venía del mar. A su frente, se mantiene en pie el Templo Inglés, testimonio religioso de la ocupación británica durante siete meses de 1807. La muralla fue demolida en 1877, pero, aún se conserva la histórica Puerta de la Ciudadela, un monumento neoclásico, reconstruido piedra a piedra en la Escuela de Artes y Oficios, y colocado entre la Plaza Independencia y la peatonal Sarandí. Bajo tierra permanecen, sellados, los túneles de escape, utilizados por la población en caso de ataque. 
El Museo Histórico Nacional es un conjunto de centros educativos y culturales, creado en 1942, para la investigación y difusión del pasado oriental y uruguayo. Su sede más antigua es la Casa de Lavalleja, de Zabala y Cerrito, donde se expone material sobre el periodo independentista, vida y costumbre del gaucho. A pocas cuadras, en Rincón y Misiones, se ubica la Casa de Rivera, con su fachada neoclásica, y sus salas que narran una historia del territorio, desde la época precolombina hasta el Uruguay de mediados del siglo anterior.
La Casa de Juan Francisco Giró, de Cerrito y Zabala, atesora una Biblioteca Americanista y colecciones de Historia Nacional y Americana. Giró fue un recordado presidente uruguayo, de notable influencia luego de la Guerra Grande. El Museo Romántico, de 25 de Mayo y Misiones, evoca las costumbres y modas coloniales, en el antiguo Palacio de Mármol del rico comerciante gallego Antonio Montero. La Casa de Garibaldi, de 25 de Mayo e Ituzaingó, describe la vida montevideana del Héroe de dos mundos, entre 1842 y 1848. Finalmente, en la Casa de Oribe, de 25 de Mayo y Bartolomé Mitre, funciona la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación. 
LPlaza Matriz, la Catedral Metropolitana y el Cabildo, conforman un conjunto patrimonial y turístico que describe el nacimiento de la Banda Oriental hispana y su transformación en el Uruguay independiente. Un espacio fundacional que se extiende por la calle Rincón, conocida como la City, en cuyo extremo oeste se ubica la elegante Plaza Zabala, con su fuerte carácter parisino. 
La primeras viviendas montevideanas eran muy altas, de paredes anchas, puertas y ventanas de madera, con balcones angostos y rejas en hierro fundido. Un ejemplo es la Casa de Tomás Toribio, primer arquitecto de la villa colonial. Una maravilla neoclásica de dos pisos, que él mismo construyó en un terreno muy angosto. Su planta baja libre era atravesada por un largo corredor que llevaba a una fuente de agua dulce que abastecía a los vecinos. En el edificio reciclado, de Piedras 528, se reúne la Comisión Permanente de la Ciudad Vieja, custodia patrimonial del barrio histórico.
El Palacio Gómez, actual sede de la Junta Departamental de Montevideo, el legislativo capitalino, es un ejemplo de eclecticismo historicista finalizado en 1874. El empresario Francisco Antonio Gómez contrató al ingeniero Ignacio Pedralbes, para deslumbrar a quienes pasaban por 25 de Mayo y Juan Carlos Gómez, pero nunca lo ocupó. En 1888 fue adquirido por la Junta Económico-Administrativa, el gobierno municipal de entonces, y en 1985 su estética gótica fue adaptada para cumplir una nueva función democrática.
La Casa Central del Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU) es un ejemplo de arquitectura monumental que se extiende entre las calles Cerrito, Zabala y Solís. La planta original fue inaugurada el 19 de febrero de 1938 y las esculturas que luce su fachada fueron estrenadas una década después: la de José Artigas, de José Luis Zorrilla de San Martín, y la representación del Éxodo del Pueblo Oriental, de Heber Ramos Paz.
De la misma época es otro ejemplo de monumentalidad, el Edificio de la Bolsa de Valores de Montevideo, ubicado en la esquina más financiera de la Ciudad Vieja: Rincón y Misiones. Construido en la década de 1940, según proyecto de los arquitectos Beltrán Arbeleche y Miguel Ángel Canale, la visible estructura seis pisos se eleva en torno a un patio central cubierto. Su fachada compacta, con vanos a modo de perforaciones en el muro, está jerarquizada por un gran portal que domina el acceso principal.
 La Ciudad Vieja es una Babel de líneas y formas. El Palacio Gandós, construido en 1909, se asemeja a los edificios monumentales de las avenidas del París, por la verticalidad de su composición general, las mansardas, las torrecillas, los balcones curvos y los característicos trabajos de herrería. Rincón y Bartolomé Mitre, por entonces era la esquina del elegante Hotel Colón, cita obligada de los más ricos inmigrantes españoles del siglo pasado, y actual sede del Banco Interamericano de Desarrollo. 
El Club Uruguay, en la peatonal Sarandí, frente a la cuadra sur de la Plaza Matriz, es una propuesta ecléctica del ingeniero italiano Luigi Andreoni. Construido entre mediados y fines de la década de 1880, fue centro de la vida social de la ciudad. El tramo Sarandí, entre la Plaza Independencia y Bartolomé Mitre, es una sucesión de ejemplos arquitectónicos que pertenecieron a galerías de arte, joyerías y tiendas. El edificio de la óptica Pablo Ferrando, hoy librería Puro Verso, es el remate visual de la calle Bacacay, inaugurado en 1917, como un avance de la estética Art Nouveau.


El Cerro
Muchas son las anécdotas sobre sus nombres: Pináculo de la Tentación, Monte de la Detención, Nuestra Señora de la Candelaria, Monte de San Pedro, Santo Vidio, Monte Oviedo, Monte Seredo, Monte VI. Todas las versiones describen a la emblemática elevación de 140 metros de altura, protectora de la bahía y símbolo de Montevideo, la tardía capital sudamericana, la última fundada por los españoles en América del Sur.
En su cima está la histórica fortaleza con su faro construido en 1804, que durante siglos ha guiado el ingreso a la bahía montevideana. A su alrededor, en 1834 fue fundada una población. Durante décadas fue el barrio preferido por los inmigrantes. Para ellos era Villa Cosmópolis, con sus calles empinadas que aún llevan nombres de países y ciudades extranjeras.

Plaza Zabala
Muy al principio allí estuvo el Fuerte San José, un reducto militar construido por el ingeniero Domingo Petrarca, con cien soldados y mil indios de las reducciones jesuíticas. Luego fue la Casa del Gobernador, sede de las administraciones coloniales, de los poderes invasores, ingleses y lusitanos, atalaya de los revolucionarios criollos y de las presidencias del joven país independiente. En su sala principal fue jurada la primera Constitución uruguaya, el 18 de julio de 1830.
Medio siglo después fue demolido, y con el tiempo sustituido por un espacio abierto: la Plaza Zabala, inaugurada el 31 de diciembre de 1890. En el centro del jardín parisino diseñado por el célebre paisajista francés Edouard André, se encuentra el monumento a Bruno Mauricio Zabala, el militar vasco que se quedó con toda la gloria fundacional de Montevideo. La obra del escultor español Lorenzo Coullant Valera fue descubierta el 27 de diciembre de 1931.

Matrices, plaza e iglesia
El espacio público más antiguo de Montevideo fue inaugurado en 1726 como Plaza Mayor. En 1835, el diario El Moderador propuso denominarla Plaza de la Constitución, en memoria de que allí se celebró el nacimiento legal de la República. Mucho se ha hablado y escrito sobre la simbología alquímica de su fuente: escuadras, martillos, compases, y su caligrafía esotérica. La obra en mármol del escultor italiano Juan Ferrari, fue creada en 1871 cuando allí se inauguró el servicio público de agua potable.
Frente a su cuadra oeste se alza la Catedral Metropolitana, construida entre 1790 y 1804, en honor a San Felipe y Santiago el Menor. Era el corazón de la vida religiosa y cívica de la etapa colonial, y de los primeros años de la independencia. Cada alegría y tristeza, encontraban cobijo en el templo donde fue bautizado José Artigas, y se bendijo la primera bandera uruguayaPara los montevideanos, ambas siempre fueron y serán La Matriz: la plaza madre de la ciudad y su iglesia emblemática.

El Cabildo
Frente a Plaza Matriz se ubica un rastro de la Montevideo hispana, construido con planos del arquitecto Tomás Toribio, aprobados en 1804 por la Real Audiencia. Tenía una Sala Capitular, un tribunal de justicia, calabozos individuales y crujías colectivas, enfermería y capilla. De estilo neoclásico español, con columnas dóricas y jónicas rematadas por un frontón de piedra de las canteras del Cerro, y ladrillo de campo asentados con mortero de calizo y arena.
Toribio fue un mártir de su construcción, porque murió al caer de un andamio el 23 de junio de 1810. Tras la independencia uruguaya, fue sede del Poder Legislativo, de los Tribunales Superiores de Justicia, de la Jefatura de Policía, del Consejo Nacional de Administración y del Ministerio de Relaciones Exteriores. Desde 1959 es sede del Museo Histórico y Archivo Municipal, y en 1975 fue declarado Monumento Histórico Nacional.

Teatro Solís, Teatro del Sol
Aunque según la historia oficial su nombre lleva un tilde en la "i", en honor al descubridor del Río de la Plata, la duda perdura, y perdurará, quien sabe por cuánto tiempo. Es muy probable, que en realidad fuera un ejemplo de sincretismo masónico para conformar a la Iglesia Católica, por entonces todavía ligada al poder político. Su símbolo es el sol naciente, dentro de un tímpano que se eleva sobre una pared frontal con tres ventanas en forma de arco. Una figura en relieve que acompaña al edificio desde su nacimiento, y que desde entonces realza los valores republicanos de los emprendedores que soñaron su construcción. Su diseño es una reminiscencia del Teatro Carlo Felice de Génova, según proyecto original del italiano Carlos Zucchi, continuado por el español Francisco Garmendia.
También es un homenaje al talento de Clemente César, el arquitecto uruguayo que se ganó un lugar entre tantos colegas europeos de fama mundial. Fue inaugurado el 25 de agosto de 1856, con una versión de Ernani, de Giuseppe Verdi. Modernizado en 2008, el glorioso edificio es sede de la Comedia Nacional, emblema del teatro uruguayo y sudamericano, y de la Orquesta Filarmónica de Montevideo.

Plaza Independencia
Fue diseñada en 1837 por el arquitecto italiano Carlos Zucchi, como un espacio de comunicación entre la Ciudad Vieja y la Ciudad Nueva. El proyecto original fue rediseñado por su colega y compatriota Bernardo Poncini, pero recién inaugurado el 25 de agosto de 1877, con la extensión y el aspecto actual.

Palacio Salvo
Fue el edificio más alto de América Latina hasta la mitad del siglo pasado, ubicado donde nace la popular avenida18 de Julio. Fue diseñado por el arquitecto Mario Palanti, para el inversor italiano Ángel Salvo, e inaugurado en 1928 como un negocio hotelero que fracasó. Tras el cierre de la firma, sus unidades fueron arrendadas por temporada, en un régimen inmobiliario todavía vigente. La silueta del extraño monumento urbano es un icono de Montevideo.

Mercado del Puerto
El más tradicional complejo gastronómico de Montevideo, fue inaugurado el 10 de octubre de 1868 con presencia del presidente Lorenzo Batlle. Por entonces era una sencilla receptora de frutas y verduras, a pocos metros de la dársena portuaria. Su fundador y primer propietario fue el comerciante español Pedro Sáenz de Zumarán.
El edificio, que mantiene su diseño original, fue realizado según proyecto del ingeniero inglés R.V. Mesures, que importó piezas de fundición metálica de los talleres Union Foundry of Liverpool, del galés K.T. Parkin. La glamorosa plaza de comidas, donde se degustan las mejores carnes uruguayas y se beben los más tradicionales vinos, es Monumento Histórico Nacional desde el 7 de agosto de 1975.

Palacio Legislativo
Escalinatas, columnas, tímpanos, bajorrelieves y una cosecha escultórica de mármoles nacionales, se integran en la sede del Parlamento uruguayo, con su estilo ecléctico, que fusiona el clasicismo griego con el Bauhaus alemán. Fue inaugurado el 25 de agosto de 1925, en tributo a los cien años de la Declaratoria de la Independencia, y desde entonces es uno de los edificios parlamentarios más suntuosos del mundo, con 8.000 metros cuadrados de superficie y 40 metros de altura.
El Palacio Legislativo es un símbolo mayor del paisaje montevideano y un patrimonio que inspira ideales colectivos: libertad, igualdad, cultura. En su Salón de los Pasos Perdidos la poetisa Juana de Ibarbourou fue proclamada Juana de América, y allí fueron despedidos, en velatorios populares: el presidente José Batlle y Ordóñez, el caudillo Luis Alberto de Herrera y el general Líber Seregni, entre tantos. En 1975 fue declarado Monumento Histórico Nacional.

Estadio Centenario
Fue la sede principal del primer Campeonato Mundial de Fútbol y escenario de la primera final ecuménica, con triunfo uruguayo (4 a 2) sobre el combinado argentino. Fue inaugurado el 18 de julio de 1930, al cumplirse un siglo de la Jura de la Constitución, en el antiguo Parque de los Aliados, actual Parque Batlle. Desde entonces es el Estadio, una forma familiar de proclamar al campo de juego de la selección Celeste y de los “cuadros grandes”: Nacional y Peñarol.
Es un ejemplo cabal de arquitectura Art Déco, que el 18 de diciembre de 1982 fue declarado Monumento Histórico del Fútbol Mundial. La decisión unánime fue votada en una sesión de honor del Comité Ejecutivo de la FIFA, presidido por el brasileño João Havelange. Hubo una razón fundamental. “El Estadio Centenario es el origen de una manifestación deportiva, cultural, planetaria, de la misma forma que la Olimpia griega fue para los Juegos Olímpicos.”

La Rambla
Montevideo tiene 30 kilómetros de arena sobre el Río de la Plata, con 716.100 metros cuadrados de superficie. Desde hace más de un siglo ese espacio es la Rambla, una palabra árabe que define al sitio donde llegan caudales de agua. La más concurrida es la emblemática Pocitos, que debe su nombre a los pozos que realizaban las lavanderas en la costa, para blanquear la ropa, hasta avanzado el siglo XIX. También están: Ramírez, Buceo, Malvín, Honda, de los Ingleses, Verde, La Mulata, Carrasco y Miramar.
En la zona oeste hay una sucesión de playas agrestes: Punta Espinillo, La Colorada, Pajas Blancas, Zabala, Punta Yeguas, Santa Catalina, Nacional y Cerro. Seis de cada diez montevideanos veranea en su ciudad, que además es el único balneario de América ubicado en una capital luego que Río de Janeiro dejara de serlo de Brasil. La Rambla de Montevideo ha sido propuesta para ingresar a la Lista Indicativa del Patrimonio de la Humanidad de UNESCO.

1 comentario:

David dijo...

Si bien por la cercanía hay muchas cosas que compartimos con Uruguay, el candombe es bien típico del país. He estado viviendo mucho tiempo en una Casa en alquiler Montevideo que me permitia y vivir esta musica