jueves, 25 de abril de 2013

Remigio Asenjo y Lucía Cabeza, una historia de inmigrantes asturianos, pioneros e innovadores en el Arroyo Seco de Montevideo

Por amor y la Santina

Ángeles y Remigio Asenjo,
Lucía Cabeza, en retrato
familiar montevideano, 1915.
(Archivo Asenjo Cabeza)
Poco antes de partir hacia Uruguay, a fines del caliente agosto de 1906, el romántico Remigio le regalaba a su Lucía la sagrada imagen que luego cruzaría el Atlántico como guía de una historia repleta de fe y confianza. A ella le encantó el obsequio, pero no le sorprendió. Era lógico aguardar ese gesto de un esposo tan tierno y cariñoso. Lo abrazó fuertemente mientras le repetía al oído que lo amaba apasionadamente, aunque frente a otros mantenían una pudorosa relación. La estatuita fue al mueble más cercano a la cama matrimonial. Todo Valdesoto sabía que el joven emigraba al lejano Río de la Plata en busca de una oportunidad y en rebelde actitud contra el servicio militar de la monarquía. Lucía se quedó en la casa paterna con Ángeles, de menos de dos años. El reencuentro con Remigio fue en 1910. Debieron cruzar el océano furioso en una interminable travesía de casi cuarenta días. Pero no viajaron solas. Fueron acompañadas y protegidas por la «Santina, pequeña y galana».

Sobre la base del Capítulo 8 del libro Héroes sin bronce. Ediciones Trea, para el Gobierno del Principado de Asturias, Gijón, 2005. 

Santina
Es el nombre más
popular de la Virgen
de Covadonga que
según la leyenda
fue econtrada por
Don Pelayo, héroe
y primer rey astur,
en una cueva de los
Picos de Europa,
en el actual concejo
de Cangas de Onis.
El mito dice que la
imagen ayudó a los
cristianos en la
Batalla de Covadonga,
datada en 722.
Tras su aparición, un
desprendimiento de
rocas diezmó al
ejército del general
árabe Al Qama.
Fue el inicio de la
Reconquista que
culminó en 1492,
con la derrota del
Reino Nazarí
de Granada. La
Santina es patrona
del Principado
de Asturias.
La tarde invernal del 10 de agosto de 2004, Haydeé se preparaba para recibir al insistente desconocido que deseaba escuchar la novelesca historia de sus padres. Al principio se había negado. «No sé, por qué.» Así fue hasta que una noche se sintió placenteramente invadida por sueños amorosos, que no pudo mantener en secreto.
Para  su familia siempre fue Tití. Una hermosa mujer, amable, seductora y cautivante. Tenía una memoria inusual para sus 87 años de entonces, ejercitada por la lectura, largos viajes y entrañables tertulias que difícilmente terminaban antes de la madrugada. «Es cierto, las historias familiares me brotan con mucha facilidad, espontáneamente. Son recuerdos de una persona mayor. Retengo cada detalle de lo que me pasó hace muchos años, pero olvido lo reciente.»
Haydeé nació en Montevideo, el 4 de junio de 1917, pero, por sus venas corría sangre de la más pura estirpe astur. Con dieciocho meses se fue a vivir a Leceñes, el pueblo de su madre y de su hermana Ángeles. «Viajamos a buscar una herencia y nos quedamos tres años hasta 1922.» Las niñas retornaron a Montevideo hablando un perfecto Bable. «Papá nos esperó con un fonógrafo nuevo. Cuando empezaba a sonar me subía a la mesa del comedor bailando y cantando: Gracias hombrín que estáis metido ahí adentro.» Regresó a la tierra ancestral dos veces más: en 1954 y 1982. La rica experiencia afectiva y cultural le dejó una fraterna relación con su sobrino Eloy Noval Cabeza, también leceñés.
Le faltó una materia para recibirse de química farmacéutica. Conocía todos los secretos de la profesión, gracias al íntimo contacto con la pujante industria familiar. Luego intentó seguir el mismo camino, junto con su madre y su hermana, pero no tenía vocación para los negocios. Prefirió estudiar Bibliotecología y dedicarse la mejor parte de su vida a complejos tratados de la Facultad de Medicina de Montevideo.
Haydeé conservaba la preciosa correspondencia que, durante cuatro inacabables años, fue el único contacto entre Lucía y Remigio. Las cartas, enamoradas y discretas, eran tan largas como el tiempo que demoraban en llegar a destino. También guarda muchas, muchísimas fotos, cuidadosamente protegidas en cajas de refinada elegancia; indudablemente de otro tiempo. Las miraba cada vez que necesitó evocar su adorable niñez o cuando recibía una visita que disfrutaba escuchando sus añoranzas.
Su mayor tesoro era la pequeña Santina, la misma que acompañó a su madre y a su hermana en la travesía de 1910, iniciada en Valdesoto. Ambas cruzaron España de norte a sur, para embarcar en Cádiz rumbo al puerto de Montevideo, casi cuarenta días después. La virgencita protege aún el que fuera su dormitorio, amorosamente colocada muy cerca de su cama.

El cuervo de Luz
Remigio en Ortiguero, antes
de los veinte años, 1905.
(Archivo Asenjo Cabeza)
Remigio Asenjo Junco nació en 1884, en Ortiguero, concejo de Cabrales, una localidad de los Picos de Europa cercana a la Santa Cueva de Covadonga. Su vida más joven atravesaba una amplia zona de influencia de Cangas de Onís, primera capital del antiguo Reino de Asturias. Fue el segundo de siete varones. Según mentas de la época, los más diablos que se recuerde.
Sus padres, Felipe y Amalia, fundaron la legendaria taberna cabraliega El Cuervo, tan famosa como el cartel que aun le entrega una sugestiva personalidad. El blanco frente se conserva intacto. Como hace más de un siglo, seduce a sus visitantes sin necesidad de palabras, porque alcanza con la antigua imagen del ave azabache, artísticamente pintada sobre la puerta principal.
La taberna fue el único trabajo de Remigio en su tierra natal. Tan fuerte era la identificación popular de los Asenjo con el negocio, que pocos sabían sus verdaderos nombres. Para el pueblo, aquellos desenfadados jovencitos eran Los Cuervos. La fama no era gratuita. Desde niños se levantaban con el sol de cada mañana, para plantar, criar y elaborar la materia prima de los exquisitos alimentos que servían en el local.
La más famosa especialidad era un queso cabrales que nadie, nunca, pudo imitar en la comarca. Su fórmula secreta se fue a la tumba con el papá de Remigio y su hermano mayor. La elaboración básica era similar a la de tantos de la región. Las tres leches mezcladas –vacuna, ovina y caprina– se colocaban en un molde de madera, forrado con hojas de platanus acerifolia. Más conocido como plátano arce. El suero debía fermentarse y quedar estacionado en el lúgubre vientre de la montaña.
Como regla de oro, los Asenjo jamás sacaban una horma antes de tiempo, aunque perdieran un buen negocio. A lo más secreto de las cuevas, solamente tenía acceso el maestro quesero, que ordenaba el retiro de los demás. El rito era respetado, religiosamente, por todos. La familia adjudicaba un valor fundamental a la mística elaboración del queso más azul de Asturias. «Más azulado y sabroso que el mismísimo roquefort.»
Otras delicias de la taberna eran las carnes de caza, cabrito y roxas de ternera, de calidad suprema por la variedad de pastos de montaña. También se servía salmón y truchas de Cares, conseguidas a poco precio negociando con vecinos que las traían del río para la venta a voluntad. Los comensales encontraban también platos regionales como la fabada, el pote y mariscos del Cantábrico.
La proa de la avenida Agraciada y las calles
Paraguay y Entre Ríos, en 1907. A metros
de allí, tres años después, Lucía se
reencontró con Remigio, por azar o
por intuición amorosa, frente a
la Estación de Tranvías Reducto.
(Archivo Adroher Hnos)
Lucía Cabeza Noval fue siempre Mamá Luz. Nació en Leceñes de Valdesoto, en 1874, en casa de su célebre padre Francisco. Se recibió muy joven de maestra. Trabajó en Santa Eulalia, Yánez, Salles y otros pueblinos, antes de ser contratada por una escuela de párvulos de Ortiguero. Allí conoció al hombre del que se enamoró a sola vista; diez años menor que ella. Remigio era raramente alto, mucho más de un metro setenta, su piel trigueña y sus ojos oscuros. Montañista vocacional, su deporte preferido era intentar el escalamiento del Naranjo de Bulnes, que nunca logró, aunque conocía los secretos de El Cainejo. Infatigable, era capaz de caminar decenas de kilómetros en busca de elevaciones menos dificultosas, en las vecinas Peñamelleras, Onís y Amieva, o en puntos alejados de la Cordillera Cantábrica. Aquella exótica vocación por los deportes de montaña, seguramente, le daba fama de conquistador implacable. No tanto de las cumbres invictas, como de mujeres, que desesperaban por su cortejo.
Lucía retornó a la casa paterna sin recibir la aguardada declaración de amor. Tiempo después, su cuervo voló sorpresivamente hasta Leceñes y allí formalizó la relación. Se casaron y se quedaron a vivir con el famoso patriarca. Ángeles, la primera hija del matrimonio, nació en 1904.
Remigio vino a Montevideo en 1906, cuando iba a ser convocado a quintas militares. No fue reclamado por paisano alguno, pero conocía historias de tantos que habían hecho fortuna en Buenos Aires, México o La Habana. Pero no fue sólo por dinero.
Confiaba en su buena suerte y en el comprensivo ánimo de Lucía, pero, su mayor estímulo era la traviesa mirada de Ángeles. Las primeras dos o tres noches las durmió donde pudo, antes de presentarse en una reunión de españoles. «Fue ayudado por Rafael Alonso, José Méndez, José Nieto e Isidro Menéndez, sus grandes amigos y compañeros de todos los momentos», recordaba siempre Haydeé.
No tardó mucho en conseguir trabajo en la Compañía de Tranvías La Comercial, de capitales estadounidenses, con oficinas en la tradicional avenida Agraciada. Estaba encantado. Además le hacía mucha gracia el nombre del barrio que sería su refugio: Arroyo Seco. Primero fue asistente, rápidamente ascendió a motorman de las líneas eléctricas 46 (Prado-Estación Reducto) y 48 (Aduana-Estación Reducto), luego inspector y cerró su intachable carrera funcional, como capataz general.
La Comisión Directiva del Centro
Asturiano de Montevideo en 1928,
presidida por Manuel García de la Llera,
sentado en el medio. Remigio
Asenjo es el quinto, de pie.
(Archivo Asenjo Cabeza)
En 1910, Lucía no soportó más la distancia. Emprendió una larga travesía atlántica en busca de su Remigio, por entonces muy bien instalado. Todo estaba listo para que se reunieran nuevamente, luego de cuatro años de infinita lejanía. Se despidió nerviosa de sus familiares, en especial de la inconmovible imponencia paterna.
Desde Valdesoto fue al puerto de Cádiz. Allí abordó el majestuoso transatlántico Reina Victoria. Tenía 34 años, viajaba sola, con una niña de seis, a un lugar remoto y desconocido. Una excepcional aventura, que la alejaba definitivamente de la protección paterna, pero que la acercaba a una nueva vida, de total independencia y de responsabilidad.
Para ella, Uruguay era más que una breve lectura de geografía en el Instituto de Magisterio de Oviedo. Significaba una ilusión a punto de ser realidad. No sentía miedo, quizá, por una sincera promesa de amor. Remigio describía en sus cartas un país de avanzada, democrático, donde las mujeres tenían derechos que en España ni soñaban. Vivía muy cómodo, en una calle de nombre agradable: Santa Fe. Pero se sentía solo. Siempre terminaba su enamorada correspondencia de la misma forma: «Las extraño más cada día.»
Mamá Luz era una católica ferviente que oró las cinco semanas de que duró el periplo marítimo, cada día y cada noche. Cuando desde el barco vio por primera vez la bahía y el puerto de Montevideo, se sintió estremecida como nunca antes. Era una ciudad gigantesca de poco más de 300.000 habitantes. Como el arribo se había adelantado unas cuantas horas, Remigio no estaba en la dársena para esperarlas. Pero no se desalentaron. Tomaron el tranvía 48, que tanto conocían por decenas de anécdotas contadas en cartas. Fue un recorrido interminable, que les pareció más extenso que el del bravo Atlántico. Sabían que la Estación Reducto, el destino, quedaba a pocas cuadras de la calle Santa Fe.
Mamá Luz llevaba en la cartera la hermosa imagen que su esposo le había obsequiado poco antes de partir, a la que acudía siempre que estaba en problemas. Cuando descendieron, en la avenida Agraciada, sintieron, como tantas veces, que habían sido guiadas por su dulce protección. Sin mayores explicaciones, allí estaba él, aprontándose para salir hacia el puerto. ¿Casualidad o intuición amorosa? Ninguna de las dos. Para ellas fue un nuevo milagro de la Santina.

Fuente de vida
Remigio, de túnica blanca abierta,
entre amigos y compañeros del Centro
Asturiano, en su quiosco de cerveza
americana del Parque Rodó. A su
lado posa El Gaitero, empleado
del comercio y personaje de la época.
Montevideo, 1931.
(Archivo Asenjo Cabeza)
Corría el año 1922. Como buen paisano, Remigio tenía la obsesión de la independencia económica. Con el dinero que pudo ahorrar, más una herencia de Lucía y su habilidad negociadora, compró una fábrica. Con los años fue una marca de época en el comercio montevideano: Fuentes de Soda y Bebidas sin Alcohol. No fue el único pionero de los refrescos cola en el país, pero sí su más creativo promotor.
La firma había pertenecido a su amigo José Méndez Jardón, quien, generosamente, le facilitó sus relaciones comerciales con la casa matriz de los refrescos estadounidenses Hires. Además, tenía la elaboración exclusiva de la soda Paraíso.
Se trataba de un muy buen negocio, pero José también era paisano, y, como tal, audaz emprendedor. Le entregó las Fuentes a Remigio y se dedicó a exportar tasajo e importar ron y tabaco cubano. Antes de 1930, Méndez Jardón tenía una de las fortunas más sólidas de Montevideo y una reconocida firma de comercio exterior rioplatense. Así fue durante toda la primera mitad del siglo pasado.
«Méndez había dejado un puente con las principales tecnologías para la elaboración, transporte y venta de bebidas. Le facilitó contactos y le enseñó todos los secretos para comprar buenos repuestos, y para conseguir el jarabe de Hires en las mejores condiciones. Años después nosotras seguíamos recibiendo los catálogos de nuevos productos norteamericanos», contaba Haydeé.
Asenjo fue el primer importador de tanques de soda con capacidad de sesenta litros, construidos en estaño y forrados de hierro. Se colocaban en el piso, desde donde salía una disimulada cañería, hasta una canilla que quedaba a la altura de la tapa del mostrador. El sistema era la última moda en Estados Unidos. Allí se servía la cerveza con alcohol. Pero el estaño perdía rápidamente sus cualidades y las tapas se quebraban muy fácilmente.
Remigio pasó varias semanas pensando una solución para el problema, hasta que, una tarde la encontró cuando caminaba por la calle Dante. Intuitivamente se metió en la marmolería de Laviere, Biataca e hijos. Con ellos diseñó un mostrador muy especial. «Como primer atributo, era precioso.»
La tapa indestructible fue fabricada en mármol, calculando espacios para perforarla a la altura de cada uno de los tanques desde donde salía la soda. Encima de los huecos se colocaban conos de distinto color que indicaban la bebida que se estaba sirviendo. Detrás de cada cono estaban las canillas conectadas directamente al barril. «Era encantador ver aquellos grandes vasos con refresco Hires, elaborado al pie del barril y coronado con una atractiva espuma», evocaba Haydeé.
Remigio Asenjo en la portada del
libro Héroes sin Bronce. Crónica
de pasiones asturianas en tierra
uruguaya
, Gijón, 2005.
(Principado de Asturias)
La voluntad de pionero de Remigio no fue quebrada por los primeros signos de una enfermedad que ya comenzaba a provocarle intensos dolores. Viendo que el negocio florecía, abrió un novedoso quiosco en el Parque Urbano. Por entonces un centro de recreación pública muy distinto al actual Parque Rodó.
Allí vendía solamente dos productos: cerveza americana y sándwiches de miga. Enfrente tenía la dura competencia del histórico restorán Forte di Makale; pero comenzó a crecer proporcionalmente con la espontánea publicidad boca a boca de sus clientes.
«La playa Ramírez era mucho más linda que ahora. Tenía una hermosa terraza de madera, igual que Pocitos y Capurro. La gente caminaba por la rambla y luego cenaba allí mismo. Si deseaban algo más formal, o ya era de noche, lo lógico era el restorán. Pero en un día de sol primaveral o veraniego, el paseo era la calesita, la ola gigante, los botecitos, o el circo Sarrasani. Luego, casi siempre iban a los quioscos. Era lo mejor, porque les permitía, a padres e hijos, comer y jugar al aire libre. Aunque compartían muchos clientes con el Forte di Makale, en general eran públicos y horarios distintos.»
El parador era obligado punto de reunión de todos los asturianos, a muchos de los cuales Remigio jamás negó una invitación en sincero gesto de agradecimiento. «Los amigos de Papá iban a pasear y a comer, sábados y domingos. Su socio Ceferino Martínez solía enojarse, porque era muy generoso con las visitas. Y no es que fuera derrochón, porque el negocio iba realmente muy bien y le permitía convidar a su costo.»
La vida de la familia Asenjo Cabeza transcurrió entre los barrios Arroyo Seco y Prado, en el oeste de la capital uruguaya. Haydeé había nacido en la calle Aguilar entre Agraciada y Rondeau, al lado de la Imprenta Nacional de Montevideo. Allí vivió hasta 1923. Luego se mudaron a Santa Fe 1207, entre Zapicán y Arroyo Grande. «En 1928, surgió la oportunidad de comprar un terreno vacío muy barato que le permitió construir la planta industrial y una casa muy cómoda. Por supuesto, como era decidido, no se lo perdió.» El viernes 17 de febrero de ese año, inauguraba la vivienda en San Fructuoso 1229 y la fábrica en el 1231.

Pequeña y galana
Haydeé Asenjo Cabeza, Tití,
en 2004,con la imagen de la
Santina que acompañó a su
madre Lucía y a su hermana
Ángeles en la travesía de
Valdesoto a Montevideo.
(Revista Galería, de Búsqueda)
Remigio murió en 1931, a los 47 años. Dejó de trabajar cuando el cáncer de laringe le provocó sufrimientos insoportables y después de que una avanzada metástasis atacó todo su cuerpo. No pudo cumplir sus proyectos de expansión hacia el oeste de la ciudad, con eje sobre el hermoso Prado y su costanera sobre el arroyo Miguelete. «Disfrutó muy poco de las horas de gloria de la fábrica, porque cuando comenzaba a crecer el consumo de refrescos, lamentablemente, se enfermó.»
A mediados de la década de 1950 sus hijas sintieron la necesidad de ver la documentación que registraba el heroico arribo a Montevideo. Las hermanas revisaron cada archivo de Inmigración y de la Aduana. Así encontraron, luego de una paciente búsqueda, las fichas de ingreso de su madre y de su padre.
Las jóvenes mujeres sintieron una serena paz. Era el resultado de aquella milagrosa historia que tantas veces les contaron, transformada luego en digna vida de inmigrantes. Mamá Luz falleció en febrero de 1966, a los 92 años. Ángeles en 1994, pocos días antes de cumplir los 90.
Haydeé recibió de ellas la Santina. Su amada guía espiritual, que fue su sagrada compañera hasta el último día, a fines de 2008. Seguramente, el primero del reencuentro con su añorada familia. «Orar no es solo agradecer, también es suplicar, pedir auxilio.» Para ella, la devoción era mucho más que una cuestión de fe. Para sus sobrinas y sus sobrinos siempre será Tití.

Liberal y republicano
Remigio Asenjo era un demócrata convencido. Un opositor de la Restauración borbónica impuesta tras la caída de la Primera República. Criticaba con dureza al rey Alfonso XIII y al férreo conservadurismo de Alejandro Pidal y Mon. Sentía una profunda aversión por el servicio militar obligatorio.
Equipo del Club Nacional de Football
en gira por América del Norte, 1927.
Sus principales jugadores eran vecinos
de los barrios Arroyo Seco y Bella Vista,

y cercanos amigos de Remigio:
José Nasazzi, Héctor Scarone,
José Pedro Cea, Leandro Andrade,
Ángel Romano, Héctor Castro.
(C. N. de F.)
«La palabra ejército le provocaba escozor, de solo mencionarla. Era un idealista sin medida. Un inmigrante libertario que nunca se propuso hacer fortuna. Lo que logró, fue fruto del ingenio y la responsabilidad, más que de la ambición material», repetía Haydeé con una amplia sonrisa.

Cerveza americana
El creativo empresario traía desde los Estados Unidos un extracto pastoso que luego transformaba en jarabe, al que adicionaba sabores de hierbas naturales; por ejemplo: zarzaparrilla. En el vaso se colocaba el sabor elegido, un poco de azúcar y espumina. El efecto se completaba con la presión de la soda. Era la famosa «cerveza americana», sin alcohol, furor montevideano de las primeras décadas del siglo pasado.

Bolita y corona
«Los primeros refrescos venían en oscuras botellitas de vidrio, de 180 centímetros cúbicos. Cerradas con un complejo sistema, conocido como la bolita. El consumidor debía presionar con el dedo la tapa esférica de metal, para desplazarla hasta un pequeño recipiente ubicado al lado del pico. Alguien dijo que la bolita era antihigiénica y la cambió por la chapa corona. Papá siempre estaba al día con la tecnología», reseñaba Haydeé Asenjo Cabeza.

El Vixilu
Francisco Cabeza Vigil, El Vixilu,
visionario emprendedor e inventor
de talento inusual.  E
l Ayuntamiento
de Siero, su máxima obra, fue
abierto el 24 de octubre de 1888.
(La Nueva España, Oviedo)
Francisco Cabeza Vigil, padre de Lucía, fue el más increíble personaje de la familia. Nació en 1835, en una antigua casa de Leceñes, la más famosa de la parroquia sierense de Valdesoto. Fue carretero de carbón a los quince años, con un carro arrastrado por una pareja de vacas. Hacía el trayecto desde Carbayín hasta el puerto de Gijón cruzando pueblos sin rutas. Utilizó la ganancia para adquirir herramientas de carpintería artesanal, a pesar del disgusto materno. Su primera obra fue un llamativo instrumento musical, conocido en su época como «Violín de Vixilu».
A los 24 años se casó con Brígida Noval Casal, de Cotiellos de Valdesoto. La pareja tuvo ocho hijos, cinco varones y tres mujeres. Quedó viudo a los 36, mientras iniciaba la mayor obra de su pueblo por encargo de adinerados «americanos» de Cuba: la Casona de Faes, en Leceñes. Poco después se casó con Eulogia, su ama de llaves, de 56 años. «La tenía guardada en el armario», comentaba Haydeé con picardía.
Era un republicano liberal, severo y responsable, pero también religioso y caritativo; admirado por el desinterés de sus obras de solidaridad con vecinos desamparados. A los 50 años, construyó el Ayuntamiento de Siero. Poco después diseñó y levantó estaciones del Ferrocarril Económico de Asturias, desde Oviedo a Infiesto. En el último año del siglo XIX reconstruyó la antigua iglesia de San Bartolomé de Nava.
En 1883, el gobierno sierense todavía funcionaba en una casa de la calle San Antonio N° 8, de Pola de Siero. Era una construcción en piedra y adobe, vieja y destartalada, con dos puertas principales que lindaban con una callejuela que iba directamente a la Plaza de Cabo Noval. Fue el 5 de febrero de ese año que las autoridades decidieron hacer un nuevo edificio. Más acorde con las necesidades políticas y administrativas de una comarca en crecimiento. Debía ser un punto céntrico, con capacidad y dependencias que permitieran la actividad consistorial. Escogieron un terreno de la carretera Oviedo–Torrelavega, propiedad del Marqués de Santa Cruz de Marcenado. El 25 de febrero de 1884 se presentaron expropiaciones, presupuestos y planos. El noble recibió 73.673 pesetas de la época, ¡mucho dinero!
El Ayuntamiento y la Plaza de
Pola de Sieroantes de 1900.
(Principado de Asturias)
El 27 de marzo de 1886 la obra fue adjudicada a El Vixilu. Según la oferta, el edificio tendría 28 metros de fachada y 17 de fondo. Se penalizaba con 30 pesetas cada día de demora. Gregorio Vigil Escalera y Crespo –alcalde de Siero– aceptó la propuesta. El edificio se inauguró el 24 de octubre de 1888. Una fecha difícil de hallar en los archivos, porque se fue olvidando con el paso del tiempo.
Cuando cumplió un siglo el histórico proyecto del Ayuntamiento hubo una gran celebración popular en Pola de Siero, en honor a tan magnífica iniciativa. En medio de grandes festejos, las autoridades de Valdesoto rescataron dos desinteresadas obras de El Vixilu. La reconstrucción de la antigua iglesia de San Bartolomé de Nava y el heroico proceso de creación de las estaciones de segunda clase de Colloto, Noreña, El Berrón, Pola de Siero, Lieres e Infiesto y los aparaderos de Mieres y Ceceda. Los revisionistas descubrieron que había realizado todos los trabajos a su costo. Hasta 1894 no cobró, siquiera un «duro».
El periodista Enrique Medina, en el diario La Nueva España, informó hace pocos años sobre originales descubrimiento del leceñés. El más creativo fue un sistema de transmisión mecánica diseñado en piezas de madera. «En aquella época Valdesoto tenía en activo 28 molinos. Era necesario que funcionasen de la mejor forma posible, pero tenían muchos problemas y estaban parados frecuentemente por averías. Francisco estudió el caso e ideó una reforma, no conocida hasta entonces, que presentó en una fábrica muy importante de Oviedo: La Majonya», cuenta su bisnieto Eloy Noval Cabeza, autor de un libro biográfico.
El histórico edificio en la actualidad.
(Principado de Asturias)
Los ingenieros no estuvieron de acuerdo con la propuesta. Le dijeron, irónicamente, que ningún molino podría funcionar con ese mecanismo supuestamente disparatado. Sintió dolor en el alma, pero, lejos de deprimirse, regresó inmediatamente a su taller. «Construyó en madera la pieza reformada con su nueva tecnología y la presentó, funcionando correctamente. Sorprendidos, los técnicos la adaptaron en hierro y la aplicaron como prueba en el molín de Alfonsín.» Un ensayo que duró más de nueve décadas, sin errores, ni defecciones.
El Vixilu falleció el 4 de octubre de 1915, a los 80 años, en su casa de La Rotella. Nunca estuvo en Uruguay, ni en la Argentina, ni en Cuba, adonde emigraron sus hijos. Tierras remotas que amó entrañablemente, a la distancia. Sus restos descansan en Valdesoto. Su memoria progresista fue liberada de la injusta cárcel del olvido.

Cabeza
«El aporte y la influencia de un pueblo no se puede medir por el esplendor de algunas figuras, sino por su continuidad», opina José Luis Pérez de Castro, en Huella y Presencia de Asturias en el Uruguay. El erudito se refería a muchos de sus colegas y compatriotas. En especial, a un recordable narrador que marcó época en la prensa montevideana: Juan Antonio Cabeza.
El cronista astur escribió sobre temas españoles y europeos, en revistas, semanarios, y en los suplementos culturales y femeninos del tradicional matutino La Mañana. Su pluma vertiginosa, denotaba a un valiente intelectual, que aceptó el titánico desafío de describir la dolorosa «España Interior» humillada por el franquismo. Pérez de Castro subraya una inolvidable colaboración, publicada el 14 de agosto de 1960, con el título: Junto a la butaca de Pérez de Ayala.

Huella y Presencia de
Asturias en Uruguay
, de
José Luis Pérez de Castro,
Montevideo, 1961.
(Centro Asturiano-
Casa de Asturias)
Viejo Gallo
El pianista y compositor Manuel Campoamor nació en 1877, en una sólida familia de Vegadeo radicada en el Arroyo Seco. Fue pionero de la llamada «Guardia Vieja». Un grupo de autores de tangos «nostálgicos y amilongados». Eximio cultor de la música popular rioplatense, con una señalada producción: En el séptimo cielo; La metralla; La cara de la luna; Sargento Cabral. Más tarde escribió: Pablo viejo; Muy de la garganta; Mi capitán; La percanta; Ahí nomás y el célebre Gallo viejo. Don Manuel murió en su ley –con una copa, entre un piano y un bandoneón– en la madrugada de 18 de noviembre de 1941.

Memoria sonora
Descendiente de bimenenses, el compositor y director de orquesta Carlos Estrada, nació el 15 de setiembre de 1909. Su primera creación fue Rocío en 1930, para canto y piano. En 1936 fundó la Orquesta de Cámara de Montevideo y en 1939 dirigió en Inglaterra y Francia. Fue director del Conservatorio Nacional de Música y de la Orquesta Sinfónica Municipal. Sus obras más importantes: Dos suites para cuerdas y Sinfonía en Concierto N° 1. Su muerte, el 8 de mayo de 1970, impidió la terminación de una segunda sinfonía. Una tranquila calle de dos cuadras, en el barrio La Chacarita, evoca su sonoro talento.

Manuel De la Llera
El gijonés emigró a Montevideo a principios del pasado siglo. Aquí alcanzó fama como concertista de flauta e integrante de la Orquesta Sinfónica del SODRE. Fue director de coros de los institutos de formación docente y del Orfeón del Centro Asturiano de Montevideo. Presidió la institución en dos períodos: 1928-1930 y 1937-1938. En el primero, acompañado por Remigio Asenjo.
En el archivo del musicólogo Lauro Ayestarán, hay dos obras del maestro. Ante la estatua de Artigas, himno a dos voces con acompañamiento de piano y letra de Fermín Garicoits. La Aurora, canción-danza para tres grupos de niños y a dos voces, con acompañamiento de piano, armonium e instrumentos acordados y poesía. Manuel García de la Llera falleció en julio de 1938.

El Intérprete
Agraciada. Estratégica avenida que cruza Montevideo de centro a oeste. Comienza en el Palacio Legislativo y finaliza en Carlos María Ramírez, tradicional camino al Cerro. Recuerda a la pequeña playa de «La Graseada» del río Uruguay, donde desembarcaron los Treinta y Tres Orientales, el 19 de abril de 1825, en el episodio inicial de la «Cruzada Libertadora» contra la ocupación brasileña.
Amieva. Concejo oriental de los Picos de Europa, de 113,90 kilómetros cuadrados y 950 habitantes, de sólidas alturas rocosas y abundante masa forestal. Capital: Sames. Gentilicio: amievano.
Arroyo Seco. Durante muchos años, los montevideanos discutieron sobre el topónimo de este legendario barrio del centro-oeste, vertebrado por la avenida Agraciada. Algunos se lo adjudicaban a una corriente de poco caudal, que se secaba en el verano, mientras que otros, sostenían que lleva el nombre del saladerista Juan José Seco. Fuentes documentales permiten afirmar que la versión cierta es la primera. El famoso empresario porteño se radicó en la zona, años después del fraccionamiento.
Batalla de Covadonga. Gesta, leyenda, mito. La más célebre acción militar de la alta Edad Media, tuvo lugar en 722, en un paraje de Cangas de Onís. Enfrentó al noble –visigodo o gijonés, según contradictorias teorías– Pelayo y al berebere Al Qama, enviado de Munuza, gobernador musulmán de Gijón. Fue la primera victoria de los rebeldes cristianos, hito de la Reconquista e inicio del Reino de Asturias. El combate ha sido puesto en duda por la ortodoxia histórica, que considera inaceptables algunos datos de las Crónicas de Alfonso III, con referencias a una intervención milagrosa de la virgen.
Cabrales. Concejo suroccidental, de 238,29 kilómetros cuadrados y dos mil habitantes. Se caracteriza por una accidentada geografía, donde reina el incomparable Naranjo de Bulnes, conmovedora elevación de los Picos de Europa. Los primeros documentos municipales datan de 1188, con firma de Alfonso IX, pero, durante siglos, fue escenario de sanguinarias guerras dinásticas, que cambiaron su extensión y administración. En Cabrales nació Diego de Colio, segundo de Hernán Cortés, en la conquista de México. Capital: Carreña. Gentilicio: cabraliego o cabralés.
Cádiz. Tacita de Plata. El puerto más antiguo de occidente, capital de la homónima provincia andaluza, de 135 mil habitantes. Según la leyenda, fue fundada por fenicios de Tiro, en 1100 de la era anterior. La bautizaron Gadir, sinónimo de fortaleza. Para los griegos fue Gadeira y para los romanos Gades, conmovidos por la leyenda de Hércules, vencedor de Gerión, gigante de tres cabezas. Ciudad de aventureros y conquistadores, punto de partida hacia el Nuevo Mundo y escenario de las mayores batallas navales de la historia hispana. Gentilicio: gaditano.
Cangas de Onís. Cangues d’Onís. Histórica capital y emblemático concejo septentrional de los Picos de Europa, de 212,75 kilómetros cuadrados y seis mil habitantes. Es la gloriosa cuna del Reino de Asturias y punto inicial de la gesta reconquistadora contra el invasor árabe. Fue escenario de la mítica batalla de Covadonga, en 722, ganada por los rebeldes cristianos, refugiados en las montañas, imponentes e invencibles. El nombre «Kangas» aparece en un documento del año 946, transformado en Cangas, en 1115. El apelativo de Onís data de 1378. Alfonso XIII le otorgó título de ciudad, en 1908. Fue duramente reprimida por el franquismo, aunque le resultó imposible someter por completo a un pueblo bizarro, destinado a resistir. En la segunda mitad del decimonoveno siglo, sufrió una fuerte emigración hacia las Américas. El 11 de noviembre de 1978, en el salón de sesiones del Ayuntamiento de Cangas de Onís, se constituyó el Consejo Regional, antecedente de la actual Junta General del Principado. El cuerpo elaboró el proyecto de Estatuto de Autonomía, sancionado por el rey Juan Carlos, el 30 de diciembre de 1981. Gentilicio: cangalés.
Capurro. Barrio del oeste montevideano, que recuerda a los políticos, ingenieros y empresarios, Juan Alberto y Federico Capurro. Entre los méritos compartidos, es memorable la instalación de una gran destilería de alcoholes, base para la creación de la planta de la estatal ANCAP, en la pequeña playa que lleva sus nombres.
Cares. Poderoso río del oriente asturiano, de 50 kilómetros de extensión, famoso por su agua límpida y esmeraldada. Nace en la cordillera Cantábrica, a mitad de camino confluye con el Deva y desemboca en el mar. Además de su agreste belleza, ofrece la mejor variedad de truchas y salmones de la región. En temporada de pesca, es un sitio privilegiado para el turismo de aventura.
Colombes. Localidad de las afueras de París, en cuyo «stadium» se disputaron los IX Juegos Olímpicos, en 1924. La selección uruguaya campeona de fútbol, formó así: Andrés Mazzali, José Nasazzi y Pedro Arispe; José Leandro Andrade, José Vidal y Alfredo Ghierra; Santos Urdinarán, Héctor Scarone, Pedro Petrone, Pedro Cea y Ángel Romano.
Cordillera Cantábrica. Barrera física y climática del norte de España, que se extiende por 483 kilómetros, a lo largo de la línea costera del mar homónimo. Es un ecosistema de grandes masas boscosas, que dan refugio a flora y fauna, declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Covadonga. Real Sitiu de Covadonga. Es el principal atractivo religioso, cultural y turístico del Principado de Asturias. Se ubica en las estribaciones del macizo central de los Picos de Europa, al fondo de un estrecho valle, cerrado a poniente por el monte Auseva, labrado por el curso del penetrante río homónimo. El relieve agreste y la abundante vegetación, hacen de este paisaje uno de los más evocadores y emocionantes de la geografía española. La Santa Cueva es un hueco natural formado por disolución de la roca caliza. En su interior se encuentra la sagrada imagen de la Santina, que según la tradición, se apareció a Pelayo, en el campo de batalla. El caudillo recibió su aliento, que trasmitió a los combatientes cristianos, en el mismo lugar donde está el santuario. El vocablo significa «Cova longa» o «Cueva larga».
Duro. Antigua moneda española de plata, de valor cinco pesetas.
Guardia Vieja. Período juvenil del tango, que duró hasta 1925. El primer cuatro del siglo de la música «típica» del Río de la Plata, fue altamente creativo. Se basó en la interpretación de tercetos –flauta, guitarra y arpa– y cuartetos iniciales, que incorporaban al violín, como aporte de la inmigración judía o al bandoneón, reemplazante del órgano en las pequeñas iglesias rurales alemanas. Luego se sumó el piano, procedente de la cultura francesa, para completar la fisonomía de la orquesta tradicional. La madurez del género que deslumbra al mundo, se consolidó con la presencia cosmopolita de Carlos Gardel.
Habanero. Gentilicio de La Habana, capital de Cuba.
Hombrín. Hombre pequeño.
Imprenta Nacional. Institución dependiente del Ministerio de Educación y Cultura, dedicada a la edición de libros y publicaciones.
Miguelete. Extenso arroyo que cruza Montevideo de norte a suroeste, muy apreciado hasta principios del siglo anterior, por los vergeles naturales de su costanera que embellecían el Prado. Actualmente sufre la contaminación de residuos industriales tóxicos. Debe el nombre a los Migueletes, antiguo regimiento hispano de caballería.
Motorman. Conductor de tranvías.
Naranjo de Bulnes. Picu Urriello. La montaña más emblemática de la Cordillera Cantábrica, símbolo del montañismo español. La hermosa silueta de este singular monolito, de 2.519 metros, es inconfundible cuando se le divisa desde diversos puntos de Cabrales. Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, y el pastor Gregorio Pérez, El Cainejo, tuvieron el honor de dominar su cima por primera vez, el 5 de agosto de 1904. Medio siglo después, fue instalada allí, una imagen de la virgen de las Nieves, del artista Antonio Rodríguez Sampedro.
Onís. El más pequeño concejo cordillerano, tiene 75,42 kilómetros cuadrados y 900 habitantes. Su célebre cueva del Oso contiene esqueletos únicos, de una cría de rinocerontes lanudos. También hay huellas abundantes de poblamiento humano, en las paleolíticas Vitatrescueva, Valpori y Quiliama. Por su territorio huyeron los musulmanes derrotados por Pelayo, descendiendo el Cares. Muy cerca de allí, fueron sorprendidos por el argayo (corrimiento de tierra) del monte Subiedes. En 1994, Felipe de Borbón visitó la pradería de Lindebobia, para entregar a pastores, el Premio al Pueblo Ejemplar. «Mujeres y hombres que han sabido ganarse la admiración y respeto de todo, por su abnegada y ejemplar lealtad a tradiciones y modos de vida, cuyas raíces se hunden en el tiempo.» Un sólido monolito recuerda esa fecha. Capital: Benia de Onís. Gentilicio: onisano.
Peñamellera. Son dos, muy parecidas entre sí –Alta y Baja–, una al lado de la otra. Peñamellera Alta tiene 92,18 kilómetros cuadrados y 750 habitantes. Alles, su capital, se ubica en la ladera de la sierra de Cuera. Peñamellera Baja tiene 83,85 kilómetros cuadrados y 1.600 habitantes. Panes, su capital, esta situada en la amplia vega del Deva-Cares.
Parque Rodó. Tradicional espacio de esparcimiento, creado a principios del siglo pasado, como Parque Urbano. Está ubicado frente a la playa Ramírez. Tiene tres áreas definidas: la verde, con un amplio lago artificial; la de juegos infantiles y la del Museo Nacional de Artes Plásticas y Visuales, la Facultad de Ingeniería y el Teatro de Verano Ramón Collazo, dedicado a espectáculos populares y de carnaval. El 14 de junio de 1917 recibió el nombre del notable escritor, por decreto de la ex Junta Económico-Administrativa.
Picos de Europa. Picos d’Europa. Constituye la principal y casi única representación de la alta montaña en Asturias. En el mapa parece un nudo rocoso de la cordillera Cantábrica, pero, geomorfológicamente es un sistema independiente alzado sobre un bloque de caliza carbonífera, de dos mil metros es espesor. Esta divido en tres unidades orográficas, de oeste a este: Picos de Cornión, Picos de Urrieles y Andra. La complejidad estructural se traduce en fuertes desniveles físicos, condiciones ambientales heterogéneas y diversidad biológica. Su cota más elevada es el Torrecerredo, de 2.648 metros. El Parque Nacional de los Picos de Europa, tiene una superficie total de 247 kilómetros cuadrados, que se extienden a través de los concejos asturianos de Amieva, Cangas de Onís, Onís, Cabrales y Peñamellera Baja. El 9 de julio de 2003, la UNESCO le concedió la más alta distinción que puede recibir un espacio protegido, Reserva de la Biosfera.
Pola. Puebla.
Pote. Sazonado plato asturiano, elaborado con verzas, fabas, patatas, cebolla, repollo y compango.
Prado (Oriental). Tradicional barrio del centro-oeste montevideano, caracterizado por mansiones finiseculares, museos y el tradicional parque de 102 hectáreas, situado a tres kilómetros del Centro. Está bañado por el arroyo Miguelete y rodeado por las avenidas, Agraciada, Lucas Obes, Joaquín Suárez y Luis Alberto de Herrera. Tuvo su origen en la Quinta del Buen Retiro, del millonario José Buschental, que contrató al célebre paisajista francés Lasseaux. La propiedad de veinte mil varas fue rematada el 1 de enero de 1872 y adquirida por un descendiente de villaviciosinos, Adolfo del Campo, que la denominó Prado Oriental y la inauguró como espacio público. Tiene un Jardín Botánico, un rosedal único en el continente, un hotel de reminiscencia romántica y obras maestras de la escultura nacional.
Primera República. Primer periodo democrático en la historia de España, iniciado el 11 de febrero de 1873, proclamado tras la abdicación de Amadeo de Saboya. En sus agitados once meses, tuvo cuatro presidentes: Estanislao Figueras y Moragas, Francesc Pi i Margall, Nicolás Salmerón y Alonso y Emilio Castelar. Finalizó en 1784, con el golpe de Estado del general Manuel Pavía Rodríguez de Alburquerque, que disolvió el parlamento y restauró la monarquía, con Alfonso XII.
Queso cabrales. Quesu cabrales. Variedad original de Asturias, de textura grasa y corteza natural. Su color es blanco con zonas y vetas de color azul verdoso. El sabor es levemente picante, más acusado cuando se agrega leche de oveja y cabra, puras o en mezcla. Se produce en la comarca de los Picos de Europa, especialmente en los concejos de Cabrales y Cangas de Onís. Cuenta con denominación de origen, desde 1981.
Quintas. Acción y efecto de ser sorteado para el servicio militar.
Rambla. Amplia faja costera de veinte kilómetros de extensión, que permite recorrer las playas de Montevideo. Las más concurridas: Ramírez, Pocitos, Buceo, Malvín y Carrasco.
Ramírez. La más antigua y la que inicia la cadena de playas del este montevideano. Está ubicada frente al Parque Rodó.
Reino de Asturias. Reinu d’Asturies. Pequeño territorio de montaña, fundado en 718 por Pelayo, quien, tras la victoria de Covadonga, se estableció en la inexpugnable Cangas de Onís. El primer monarca fue Favila, hijo del mítico caudillo, sucedido por Alfonso I, iniciador de la expansión cantábrica, desde Galicia a Vizcaya. Ramiro I construyó riqueza patrimonial, y la regia ovetense de Alfonso II El Casto, gozó de esplendor político y militar. El último fue Alfonso III El Magno, culto y humanista. El historiador oficial de la Monarquía Asturiana, debió repartir posesiones entre sus hijos mayores. Astures y leoneses fueron aglutinados por Fruela II, creador en 924, del Reino de León.
Restauración borbónica. Periodo de la historia hispana, que se inició en 1874. Se caracterizó por la estabilidad institucional, la conformación de un modelo conservador y el surgimiento de movimientos sociales y políticos de la revolución industrial. La decadencia llegó con la Guerra de Marruecos y la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Se cerró con la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931.
Santina. Imagen sagrada de la virgen de Covadonga.
SODRE. Servicio Oficial de Radiodifusión del Estado. Ente público creado en 1927, que administra salas culturales, radios y canales de televisión.
Zarzaparrilla. Bebida refrescante preparada con las bayas globosas y la raíz del arbusto esmiláceo medicinal. 

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