jueves, 10 de noviembre de 2016

Thomas John Schandy, memorias de navegantes noruegos en el Río de la Plata

El nombre que vino del mar

Thomas John Schandy, c. 1960,
en su oficina de la rambla
portuaria Roosevelt, casi Colón
.
(Thomas J. Schandy S & A)
Leyendas e historias de tres siglos de marinos, entre el Mar del Norte, el Canal de la Mancha y el Río de la Plata, contadas por un inmigrante escandinavo a su nieto montevideano. Parece una paradoja, pero no lo es. El avezado nauta noruego y el niño atento y curioso compartían una relación muy cercana, que con el paso del tiempo inspiró valores familiares y empresariales. Thomas John y John Christian pasaban horas de charlas sobre anécdotas del mar, de barcos mercantes y piratas, de rompehielos y balleneros, de una Noruega remota, exótica, deslumbrante.

Sobre la base de la investigación y las entrevistas realizadas en los puertos de Montevideo, Nueva Palmira, Fray Bentos, 2015.
 
Thomas J. Schandy nació y vivió su primera juventud en Risör un pequeño puerto al sur de Oslo, sobre el estrecho de Skagerrak, donde el Mar del Norte separa a la peninsula escandinava de la costa dinamarquesa de Jutlandia. 
Noruega era un país pobre a principios del siglo pasado, todavía no explotaba sus abundantes riquezas de gas y petróleo que lo transformaron en una potencia económica. Sus jóvenes emigraban en travesías oceánicas con destino a la Europa más desarrollada o las Américas, de las que muchos jamás regresaban. 
El periplo transatlántico de Thomas fue una crónica repetida entre las familias noruegas, suecas, dinamarquesas. En 1913 se embarcó en el velero argentino Asturiano, de la Compañia Importadora y Exportadora de la Patagonia, que realizaba el itinerario GotemburgoPuerto Madryn.
−Su viaje fue a la usanza escandinava de principios del siglo pasado. No había pasaportes. Los marinos se embarcaban con una carta del jefe de Policia de su pueblo de origen, la de él decía: Thomas J. Schandy, nacido en 1893, “buena persona”. Llegó a la Argentina con ese papel doblado en cuatro, bien guardado en el bolsillo. 

Thomas John en 1912, poco antes
de partir con destino a la Patagonia.
(Thomas J. Schandy S & A)
A la pesca de los balleneros 
−En su primer destino sudamericano trabajó como apuntador de buques, hasta que luego de un breve paso por Buenos Aires cruzó a Uruguay donde se afincó para siempre, enamorado de Rosa Gabarda, hija del patrón español de una draga que sirvió en la construcción del Nuevo Puerto de Montevideo.
−En su nuevo arraigo rioplatense fue inspector, y pronto consiguió la representación de las flotas balleneras que navegaban el Atlántico sur. Las tripulaciones nórdicas venían a pasar el invierno a la capital uruguaya, eran decenas de barcos que necesitaban atención y cientos de marinos que confiaban en él como intérprete, gestor de trámites y anfitrión de confianza.
−El 1 de abril de 1948 abrió la empresa unipersonal que durante décadas llevó su nombre. A los servicios especializados en la pesca de alta mar sumó la tarea de apoyo logístico a embarcaciones científicas y la representación de la línea marítima regular Torm Lines; atendió el buque de carga y pasajeros Olga S, pionero de la compañía en el Río de la Plata.
−La primera oficina de la firma marítima Thomas J. Schandy estuvo en una pensión de la rambla Roosevelt, casi Colón, pequeña pero muy bien ubicada frente al recinto portuario aduanero. Era un ambiente oscuro, al que se subía por una escalera, al lado vivía una vieja madama del Bajo portuario con su loro. Cuando la economía mejoró se mudó a una oficina más formal, a la vuelta de la anterior, en la calle Colón, acompañado por su hijo John Torris, que antes había pasado por la consultora multinacional Deloitte, y por Heber Boccone, un asistente que acompañó a la familia por más de medio siglo.

Ballenero fondeado en la bahía de Montevideo,
a punto de ingresar al puerto, para
reaprovisionamiento y reparaciones.
(Histamar)

La revolución del contenedor 
−John Christian, líder de la tercera generación de la familia en Uruguay, suele evocar las historias de su abuelo Thomas cada vez que se pone al frente de un proyecto innovador. Parece una paradoja, pero no lo es. El marino avezado y el niño atento y curioso estaban unidos por una relación muy cercana, que con el paso del tiempo inspiró valores familiares y empresariales. Eran horas de charlas sobre leyendas de mar, de barcos, de balleneros, de un territorio remoto, exótico, deslumbrante. 
El joven ingresó a Thomas J. Schandy cuando todavía era estudiante de Ciencias Económicas, su primera tarea fue la contaduría. En 1974 la agencia marítima era compartida por los cuatro hijos de Thomas, y había crecido en presencia hasta ubicarse en una buena oficina de la esquina de las calles Zabala y Piedras, siempre en la Ciudad Vieja de Montevideo.
Ballenero noruego en  faena, Atlántico Sur, c. 1915.
−En 1977, cuando la firma se separó en dos empresas, John Christian se asoció con su padre John Torris y su tío Thomas Jr. Fue una etapa de aprendizaje y de viajes, cuando muy pocos agentes marítimos uruguayos salían al mundo. El objetivo era preparase para los cambios que arribaron después: la Ley de Puertos aprobada en 1992, la "revolución del contenedor" y la vigencia, cada vez más actual, de un concepto que recorre los mares y los puertos del planeta: Logística.
−Schandy es un nombre histórico de navegantes, de descubridores de rutas marítimas, de puertos, creadores de una red de servicios que cada día se mete más en tierra con estrategias innovadoras en el transporte multimodal.
−Traído al Río de la Plata por el inmigrante noruego Thomas John, Schandy es un apellido que vino del mar.

Velero noruego para caza de ballenas.
Schandy dixit
En 1790 mis antepasados tenían un velero, llamado Maagen, el nombre de un ave parecida al albatros. El padre era capitán y toda la familia su tripulación, transportaban hielo cortado en los fiordos para vender en las Islas Británicas. Pensemos que a fines del siglo XVIII no existía la refrigeración actual. Debían cruzar el Mar del Norte y el Canal de la Mancha, cargados con témpanos a tope. Si los impulsaba buen viento llegaban con mucha mercadería, les iba bárbaro, si no soplaba, el hielo se derretía y el negocio no era tan bueno.
 −“Thomas siempre fue reconocido por su rectitud, era confiable, honorable, y nosotros tenemos la misión ética de continuar la tradición centenaria del apellido Schandy. Siempre trabajó con responsabilidad, para darle una vida más que digna a su familia. Murió cuando aún tenía mucho para aportar a la actividad portuaria, en 1962, a los sesenta y nueve años. Le falló el corazón atendiendo un barco como agente marítimo en Nueva Palmira, aunque parezca contradictorio queremos mucho ese lugar porque evoca la última tarea de un gran hombre.”
—“Mi abuelo fue el pionero, enseguida ingresó mi padre, al poco tiempo, al año se incorporó otro de sus hijos y años después los otros dos. Era esencialmente una agencia marítima, digamos una 'pyme' que representaba a líneas navieras, que atendía barcos en el puerto de Montevideo. El nombre original de la empresa era el suyo, Thomas J. Schandy.” 
—“En 1977, quince años después de su muerte, hubo un problema entre los hermanos, como pasa en muchas familias; una ruptura por temas de la empresa, que me marcó a mí y a todos para siempre. En aquel momento se formó una nueva firma en la cual fuimos socios mi padre, un tío y yo. Los otros dos hermanos quedaron con el negocio y la denominación de mi abuelo, que todavía, al día de hoy existe.”
—“Thomas J. Schandy, la empresa que no somos nosotros, es representante de seguros marítimos y comisarios de averías. Debo confesarlo, aunque han pasado casi cuarenta años, aquella separación provocó tal el impacto en mi vida personal y profesional, que siempre me he preocupado por estructurar el diseño de nuestro grupo, su propiedad, la transición generacional.

Ley de Puertos
−“Hasta 1992 los muelles de Montevideo eran brazos vetustos y monopólicos, donde solo se operaban cargas, graneles y pesca. No había infraestructura para competir, ni maquinaria especializada, solo una grúa, La Mimosa, propiedad de la Administración Nacional de Puertos, grande y obsoleta. Se estibaba el contenedor vacío arriba de un barco y allí se llenaba, no más de cinco por hora, apenas poco más de mil al año. Alguna vez hubo un primer contenedor, un segundo, un tercero, hasta la actualidad en la que se movilizan sesenta unidades por hora, más de un cuarto de millón al año. La Ley de Puertos fue el principal factor de cambio en las terminales marítimas y fluviales uruguayas.”

Mercosur
—“Es excelente formar parte, pero no debemos conformarnos con un acuerdo regional de países. Necesitamos comerciar mucho más con ciertos otros, tenemos que entrar a jugar con las reglas del mundo, tanto para salir nosotros como para que el mundo venga hacia nosotros. Esta década de prosperidad lo demuestra, nosotros siempre tuvimos la misma tierra, el mismo potencial, pero gracias a ciertas inversiones extranjeras se desarrollaron de una manera extremadamente dinámica, el sector agrícola, el forestal, el ganadero, las agroindustrias adquirieron un gran porte, y los uruguayos seguimos acá, trabajamos más que antes. Algunas de esas compañías de inversión que llegan, después se retiran y pasan a ser ocupados por uruguayos.”
—“El futuro está en abrirse al mundo, en comprender que tenemos que aprovechar… el ser chiquitos, y siendo pequeños y pocos, ponernos de acuerdo. No es demasiado difícil y tenemos muchas experiencias propias en el país, en actividades que lo demuestran. Es un esfuerzo sinérgico, no hay nada que los privados puedan hacer si no son acompañados por políticas del Estado, y no hay cosas que se puedan definir por sí mismas solamente con políticas públicas; implica trabajar en conjunto, alineados, establecer estrategias en común con contrapartidas.”

Un barrio de Shangai
—“El futuro éxito de Uruguay debe tener en cuenta que se trata de un país tan, tan pequeño… Alguna vez hablaba con un cliente chino que me preguntaba por nuestra cantidad de habitantes.
—Three million! —le respondí.
—How much, three hundred million? —replicó.
—No, three million —le aclaré.
—Thirty million? —insistió confundido.
—No, three million, one, two, three, three million! —le expliqué para que no tuviera dudas.
—Like a neighborhood in Shangai! —fue su comentario, dudando todavía de la cifra.
—¡Sí, como un barrio de Shangai! —fue mi respuesta final en español. Entonces desde la perspectiva de un país tan chico, abrirse al mundo hoy en día abre todas las posibilidades de desarrollo, porque nuestro crecimiento está dado por el volumen de los clientes. Vimos empresas de Internet, empresas de desarrollo, cualquier cosa que uno venda, la producción agrícola, todo lo que uno ofrezca necesita volumen. Uruguay no posee el volumen que el mundo sí...”

Breve historia  de la caza de la ballena.
Hub
−”Es un termino de moda, pero es relativo aunque se presente como absoluto. Hub es un puerto concentrador, un nudo de transporte regional. Uruguay viene trabajando para ello, mejorando su competitividad, su sistema financiero, aprovechando las ventajas del puerto libre y las zonas francas. Nuestros principales puertos son hub para muchas mercaderías, para muchas empresas de la Argentina, Paraguay, Bolivia, del sur de Brasil, pero para muchos otros países, la mayoría, no lo somos. A veces la prensa, a veces los políticos, presentan el tema como si fuera a todo o nada, pero no es así, todo es gradual.”
John Christian Schandy, presidente del Grupo Schandy, empresas de servicios marítimos, portuarios y logísticos en Uruguay, sur de Brasil, Paraguay y Argentina

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